¿Me extraño?
¿Extraño tu cara?
No lo sé (no lo sé)
No lo sé (no lo sé)
Ooh ooh
Ooh, ooh, ooh, ooh
La vida es una palabra que a veces no puedes decir.
Y Ash es algo que algún día todos deberíamos ser.
Cuando llegue el mañana
¿Qué tan diferente va a ser?
¿Por qué el amor y el odio me suenan igual?
no puedo dormir
Nostálgico, nena
yo solo quiero
Quédate a tu lado
Si pudiera elegir mi sueño
yo solo quiero
Quédate a tu lado
Ooh ooh
Ooh, ooh, ooh, ooh
En los silenciosos susurros de la modernidad, en medio del brillo de neón de una ciudad que nunca duerme, “Tokio” de RM emerge como una conmovedora introspección de soledad e identidad. A través de la lente de un paisaje urbano sombrío, la odisea de autorreflexión que emprende RM resuena a través de ritmos enredados y melodías simples.
Una canción que se desarrolla como las páginas de un diario profundamente personal, 'Tokio' trasciende más allá de la mera geografía. Encapsula un estado mental, una franja de paisaje emocional que el artista navega con una mezcla de anhelo y curiosidad filosófica. Estamos invitados a decodificar las metáforas y desentrañar las capas de profundidad emocional que marcan el viaje evocador de RM.
La primera línea, “Despierta en Tokio, siéntete como un torso”, establece inmediatamente un tono de desconexión existencial. La imagen visceral de sentirse como una parte del cuerpo desarticulada resume la sensación de aislamiento que a menudo acompaña la vida en una metrópolis bulliciosa. En este espacio, la enormidad física de Tokio se erige como una metáfora de la inmensidad interna de los pensamientos de RM, que empequeñecen el yo físico.
Mientras la ciudad palpita de vida, la representación de RM de Pinocho con un poncho (esencialmente una historia de un personaje inventado que busca refugio) sugiere una lucha con la autenticidad. Hay una resonancia universal aquí; es una reflexión sobre cómo uno navega por la verdad y la ficción en un mundo saturado de fachadas.
En 'Tokio', RM profundiza en reflexiones existenciales, investigando la naturaleza de la vida y la existencia misma. “La vida es una palabra que a veces no puedes decir”, confiesa RM, refiriéndose a la cualidad inefable de nuestra propia existencia, los momentos en los que la vida se siente más allá de toda articulación, más allá de control o comprensión.
La noción de que “la ceniza es algo que algún día todos deberíamos ser” contempla además la inevitabilidad de nuestra propia mortalidad, un recordatorio humilde que nos invita a encontrar significado en medio de la impermanencia. Esta inmersión filosófica no es sólo introspectiva; es una reflexión universal que desafía a los oyentes a encontrar consuelo en la naturaleza finita del ser.
Con una honestidad desgarradora, RM repite la frase 'No lo sé', una sincera admisión de incertidumbre que resuena a nivel espiritual. El motivo recurrente simboliza el malestar interno que se enfrenta al afrontar los propios deseos y sentimientos. La vulnerabilidad transmitida a través de estas simples palabras se convierte en un poderoso canto de la fragilidad humana.
En medio del cuestionamiento de sus anhelos (extrañarse a uno mismo, extrañar el rostro de otro), la repetición sirve como una meditación sobre lo incognoscible. Es un canto que reconoce nuestras limitaciones para comprender los hilos más finos de la red de las emociones humanas.
“No puedo dormir, nostalgia, cariño”, confiesa RM, flotando en el mar inquieto de los recuerdos y el anhelo. Estas líneas son más que la lucha de un individuo; son un himno para cada alma a la deriva, para quien el concepto de 'hogar' es tan esquivo como dormir durante las noches de anhelo de un confort inalcanzable.
La repetición de 'Solo quiero quedarme junto a ti' suena como una canción de cuna inquietante, que reitera un anhelo de permanecer cerca de alguien, o tal vez de algo, que proporcione paz. Que se trate de una persona, de un yo pasado o de un recuerdo preciado no es tan importante como el sentimiento crudo de desear aferrarse a un fugaz sentido de pertenencia.
La adictiva melodía de “Tokyo” inunda a los oyentes como una suave marea, pero debajo de su tímido exterior, ofrece un fascinante estudio de contrastes. RM yuxtapone magistralmente la vibrante vida de una ciudad con el zumbido estático de la contemplación personal, revelando una resonancia oculta que reside en el silencio entre los ritmos.
Es esta dualidad –de caos exterior y tranquilidad interior, de las arenas movedizas del amor y el odio– la que da a “Tokio” una cualidad de atemporalidad. Con cada escucha, se revelan nuevas capas, ofreciendo un espejo no solo de la psique de RM sino también del alma de cualquiera que alguna vez se haya sentido perdido, solo o en busca de significado en medio del ritmo implacable de la vida.